jueves, 28 de junio de 2012

Sexto capítulo :)


Bien, siento mucho haber tardado tanto en escribir el sexto capítulo. Pero ya esta aquí :3 Espero que os guste ;) ¡Un beso!

Me dejo completamente sin palabras. Estaba entre asustada y contenta, no sabía que pensar. Pero antes de poder decidir que debería pensar o decirle algo más a Tor entraron dos personas.
-       Dos despiertos – dijo un hombre mayor, con el pelo gris y una mirada felina, mientras el otro apuntaba lo que había dicho -. Dieciséis punto doce.
-       Bien, ahora haré mi trabajo. ¿Yo cuál me quedo? – dijo el otro, que tenía una voz mucho más suave, menos agresiva. Tenía el pelo rubio, como el oro, los labios rojos como la sangre y la piel blanca como el frío mármol.
-       Puedes empezar con esa, está despierta – respondió el otro, señalándome. Justo en ese instante mire hacía Tor para pedirle consejo pero estaba dormido, o por lo menos se lo hacía.
El hombre del pelo gris salió por la puerta. Y el otro se acerco a mí, con una silla en la mano.
-       Hola – dijo amablemente mientras yo levantaba la mirada asustada -. Tú eres Arcoíris, ¿no? – comento mirando su libreta. Yo simplemente asentí demasiado asustada.
No dijo nada más, y durante unos minutos estuvo apuntando algo en su libreta. Durante todos esos minutos me arme de valor y cuando volvió a mirarme le pregunté:
-       ¿Dónde estamos? – podría parecer una pregunta estúpida, y sí, lo era. Pero en ese momento no me salió otra cosa de la boca así que me quede callada.
-       A ver, se supone que no debería decírtelo, pero cuando nos separemos de habitación quizá te lo diga – me respondió remarcando el quizá -. ¿Sabes quién soy? – pregunto mirándome fijamente.
-       No – respondí escueta, porque seguía muy asustada.
-       Bien, soy Ahisiris. Por supuesto que no me recuerdas, pero yo a ti sí. Jugábamos juntos de pequeños, pero antes me llamaba Rayo.
Mis ojos se abren lentamente. Rayo fue mi mejor amigo una vez, pero no se parecía en nada a este chico. Rayo era bajito, sí, también rubio, pero un rubio más puro. Además Rayo siempre sonreía, era de esas personas que nunca dejan de sonreír, que siempre resuelven sus problemas hablando, que nunca se alteran.
-       No, tú no eres Rayo – le dije envalentonada.
-       Cierto, ahora soy Ahisiris. No Rayo.