miércoles, 13 de junio de 2012

Hola ;)

Hoy os dejo un pequeño relato que he escrito, espero que os guste. ¡Un besazo!
 
Esa sombra.
Todos tenemos a una persona que nos conoce mejor que nuestra propia sombra, a la que le contaríamos todo, con la que jamás nos guardamos nada. Pues yo no. Yo solo tengo una sombra, que me conoce mejor que yo, que se adelanta a mis pensamientos, a mis emociones. Esa sombra que conoce todos mis secretos, los buenos, los malos, los de verdad y los de mentira.
Esa sombra que se mete en todos los recovecos de mi corazón, que me llega hondo y toda mi fibra sensible. Esa sombra que es oscura, pero que en el fondo es un pozo de luz, ilumina siempre mi mirada. Y por supuesto aunque a veces se vaya, decida que me debo quedar sin sombra cual Peter Pan, siempre vuelve, siempre se lo pido. 
Porque simplemente es mi sombra, oscura y clara a la vez, mala y buena, loca y cuerda.

Quinto capítulo ;)

Hoy también es muy corto, pero los exámenes son lo que tiene, pero ya casi no queda nada ;)

En unos segundos nos encontramos con unos hombres vestidos de negro ante nosotros, ¡y nos tenían acorralados! Además ellos eran cuatro y nosotros solo tres. Aunque sabíamos que solo era una simulación nos asustamos bastante. Intentaron atraparnos, pero mientras Tor le daba una patada a uno que pretendía atarle las manos. Entre tanto uno ataba de pies y manos a Maya, ya que la habían pillado desprevenida en el sofá. Yo intente luchar como pude, mordiendo y pegando patadas. Pero cuando vi habían conseguido atar a Tor pensé que no merecía la pena, que era mejor que permaneciéramos juntos.
Me ataron y me taparon los ojos con una venda. Note como me cogían en brazos. Pero no note nada más porque después de oír un aterrador grito que salió de la boca de Maya note como algo colisionaba con mi cabeza y un grito desgarrador salía de mi boca para romper el silencio que había creado el de Maya. Después me desmaye.
Cuando desperté estaba atada de pies y manos y seguía llevando la sucia venda en los ojos. Intente gritar, pero de mi garganta no salía ningún sonido, así que me paré a escuchar.
-       ¡No podemos dejar que lo consigan! – oí gritar a uno.
-       ¡Calla idiota! - le respondió otro – Nos pueden oír.
Dijeron más cosas que no pude oír, así que simplemente cerré los ojos y esperé desaparecer.
Cuando volví a despertar no tenía la venda en los ojos y pude observar donde nos encontrábamos.
Era una habitación pequeña, con las paredes amarillas, aunque creo que antes eran blancas. No tenía ventanas, y su única decoración era un bote de plástico con una flor marchita dentro. Había tres sillas, una en la que estaba sentada Maya, todavía dormida, otra en la que estaba Tor, que estaba despierto y alerta y otra en la que estaba yo. Intente moverla, para acercarme a Tor, pero estaba pegada al suelo. Proferí una maldición bajo.
-       Tor – susurré, al ver que no me oía decidí decirlo un poco más alto –, Tor – esta vez sí que me oyó y me miró. En sus ojos se veía pena, pero sobre todo miedo. Mucho miedo -. ¿Dónde estamos? Es una simulación, ¿no?
-       Me temo que no, se les ha ido un poco de las manos, y ahora estamos en la vida real.