Sara, la chica que
se acerca, y yo somos amigas desde preescolar. Ella es morena, con los ojos
verdes, es guapa, pero no es la típica chica en la que te fijarías. No nos
parecemos en nada. Pero somos muy amigas. Ahora mismo viene para ayudarme a
estudiar, porque la formulación se me da fatal.
- Buenos días Anita – me saluda sonriente
-. ¿Ganas de formulación?
- Sí, unas inimaginables no te digo – digo
sonriente mientras la abrazo
Entramos en mi casa,
subimos las escaleras y llegamos a mi habitación. Es morada, las paredes
moradas llenas de posters de famosos y la colcha morada con estrellas rosas.
Sara se sienta encima de la colcha y empieza a sacar los libros de su mochila,
y yo cojo los míos del escritorio.
Nos pasamos toda la
tarde “estudiando”, pero al final de la tarde ya me sabía el examen del día
siguiente.
Sara se quedo a
dormir y empecé a contarle una cosa que me había pasado justo esa mañana
mientras ella estaba en la biblioteca estudiando:
- Cuenta, cuenta – dice mientras se sienta
en el colchón que la he puesto para que duerma
- Pues resulta que yo estaba en la cafetería
con Mery y con Angie – son dos de mi amigas, quieren ser populares y cuando
gané el concurso de belleza patrocinado por unos cosméticos muy famosos
decidieron que me seguirían haya donde fuera -, y vino Jorge, ya sabes, el
portero del equipo de fútbol, y me dijo que si el sábado quedaba con él.
- ¿Y qué le dijiste? – no es que de verdad
la interesara mucho la respuesta, no la seducían los cotilleos, pero sabía que
para mí era importante así que me escuchaba.
- Pues que obviamente le dije que sí, ¡es
el chico más guapo del instituto! – es un chico de ojos azules y rubio, y
además está cachas – Así que el sábado he quedado con él
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